Como mujer puedo entender que podamos tener miedo de expresarnos, no por el hecho de ser mujer, sino por sus consecuencias. Si me encuentro en un trabajo donde mi jefe me acosa puedo ser despedida, si me enfrento a mi marido por decir no, puedo ser golpeada, y si voy por las calles sola y algo me pasa es porque yo lo busque, ¿no? Por qué, ¿a quién se le ocurre salir tarde y sola siendo mujer?

Todos estos casos y los millones de casos más que puedan haber en todo el mundo de maltrato y acoso hacia la mujer debería y debe ser siempre denunciado, eso no nos hace débiles, esto no nos hace menos, porque mientras no te suceda a ti, no llegamos a comprender la magnitud del problema.

Las mujeres de hoy en día no solo luchamos por igualdad en los salarios e igualdad en los derechos, sino por la sensación de sentirnos libres aún cuando tengamos un jefe, un marido, o salimos de noche, etc. 

Luchamos para vivir sin el temor de ser mujer, y gracias al movimiento como #MeToo que ha denunciado y sigue denunciando los acosos y agresiones. Tras la denuncia de acoso al magnate del cine Harvey Weinstein, millones de mujeres se unieron y se armaron de valor y fuerza para hablar, para gritar al mundo y contar su historia de acoso, no por querer simplemente llamar la atención y que sus historias se hagan virales, sino para que al resto de mujeres les sirva de ejemplo y comiencen a salir de esa pesadilla que es el acoso y el machismo en todos los ámbitos. Tantas son las represiones que sufrimos las mujeres día a día, que estamos dispuestas a dar la lucha para hacer valer nuestros derechos, como en el caso de las mujeres valientes en Irán, que luchan ante la imposición del uso del velo (campaña "Miércoles Blancos"), así de fuerte es la represión que las mujeres que se quitan el velo en señal de protesta son detenidas. 

En otro sitio, la lucha que tiene que hacer el pueblo palestino contra el apartheid que está sufriendo por parte de las fuerzas militares israelíes. Como símbolo de referencia tenemos a Ahed Tamimi una joven activista que lucha por sus derechos e ideales sin temor a nada ni nadie, es considerada ya como un ícono de la resistencia.

Somos nosotras las que damos la vida, y que llevamos este trabajo reproductivo. Con acciones como la huelga de cuidados de 8 de marzo, se da valor a aquellas mujeres que se dedican al trabajo doméstico y de cuidados que es imprescindible para el sostenimiento de la vida. Otro ejemplo, es el caso de "Las Kellys" que es una asociación de camareras de piso que tienen por objetivo dar visibilidad a su situación, infravalorada. Se quiere visibilizar a un trabajo que nadie quiere reconocer.

La brecha salarial es otra de las reivindicación del 8 de marzo y si el Presidente Mariano Rajoy cree que la desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral no es un asunto que competa al Gobierno el problema se convierte en algo más grave todavía. Dijo: "No nos metamos en eso". Como no meternos en eso, si en España las mujeres cobramos un 85,1% del sueldo de los hombres.

La educación tiene un papel primordial para cambiar las mentalidades y salir del cuento de las princesas esperando a su príncipe. Ya existen otros cuentos más igualitarios. ¡Cambiemos el cuento!

Todos estos movimientos y acciones que se llevan a cabo como las huelgas, protestas, campañas, etc emprendidas por mujeres que quieren cambiar esta situación, sirven para darnos a escuchar y cambiar las relaciones de fuerza. Queda mucho por hacer para que todas las mujeres podamos disfrutar plenamente de una vida digna, con oportunidades, sin machismo y sobre todo para que podamos ser libres.

Comentarios (0)

Product added to wishlist