Cuidados y feminismo: un debate necesario

Cuidados y la figura de la mujer

Habitualmente, el concepto de “cuidados” se entiende como todas aquellas actividades que realizan las mujeres sin ningún tipo de retribución y que son imprescindibles para la sostenibilidad de la vida.

Concretando un poco más, diremos que estas actividades atienden al cuidado del hogar y la familia y cubren la gestión de las infraestructuras de este cuidado, como es el caso de la crianza de los niños, la formación de los jóvenes, el cuidado de los abuelos, la atención a los enfermos y la organización del hogar y la comunidad.

Como todas sabemos, este tipo de trabajo es mayoritariamente femenino y no está inscrito en ningún tipo de regulación mercantil. Es decir, no está reconocido como trabajo por la actual organización social.

En este contexto, ha surgido la denominada “crisis de los cuidados”, que recoge una serie de conflictos y demandas muy latentes en la sociedad actual: el reparto de las tareas del hogar, los permisos de paternidad, la brecha salarial, los desahucios o las rentas básicas, entre otras muchas cuestiones situadas en aquellos espacios de la reproducción social.

Organización de tareas en el tiempo

El trabajo remunerado es el que organiza nuestros tiempos sociales y nos dice qué horario disponemos para realizar nuestras actividades cotidianas. Sin embargo, a día de hoy, se sigue excluyendo, invisibilizando y dificultando la realización de las tareas del trabajo doméstico y de cuidados necesarios para el sostenimiento de la vida.

Para entender la organización de tareas en el tiempo, es fundamental que seamos conscientes de todas aquellas que desarrollamos. Es decir, debemos plantearnos cuáles son todas aquellas labores, visibles o invisibles, que no reciben valor, como es el caso de cuidar el espacio y las personas.

Como hemos podido apreciar a lo largo de nuestras vidas, las actividades asociadas al rol masculino han sido altamente valoradas y visibilizadas, mientras que las que se han vinculado con la mujer han sido invisibilizadas.  

Es decir, existe una innegable jerarquización que posiciona el trabajo remunerado y productivo muy por encima del no remunerado y reproductivo. A continuación, entraremos un poquito más en detalle en la teoría de los cuidados en el feminismo.

Feminismo y el debate frente a los cuidados

Si antes hablábamos de las “crisis de los cuidados”, no es porque en algún momento previo al actual haya habido un justo reparto de los cuidados. Más bien es porque las mujeres que ya no quieren convertirse en cuidadoras están observando cómo el Estado no asume el cuidado como un derecho básico de la persona dependiente.

En las clases medias ha habido una disminución del tiempo ocupado por las mujeres en las tareas del hogar. Sin embargo, esto no significa que el hombre se esté encargando de estas labores tradicionalmente vinculadas con la mujer. De hecho, en vez de producirse una igualdad de género, se ha provocado una mayor desigualdad de clases.

Los hogares que no tienen tiempo para realizar las actividades necesarias han decidido contratar a otras mujeres que se encarguen de los cuidados. Y, por lo general, estas mujeres suelen ser migrantes. Esta externalización del cuidado está poniendo de manifiesto la desigualdad social, ya que las mujeres migradas, a su vez, están dejando de asumir las tareas de cuidado de las personas de sus países de origen. Finalmente, estas tareas han acabado relegadas a otras mujeres, ocasionando una cadena global de cuidados.

El feminismo se plantea cuestiones como la racionalización de los tiempos productivos que atajen esta desigualdad. Es el caso de la reducción de jornada laboral, los trabajos con flexibilidad horaria, el derecho a la desconexión o la conciliación familiar.

Pero, de igual forma, quiere hacer tangible el valor de los tiempos considerados no productivos.  En este punto, el feminismo se pregunta qué es la creación de riqueza. De hecho, el PIB no se limita a cuantificar la producción registrada en el mercado, sino que también incluye los bienes y servicios de no mercado que proporcionan las instituciones en los hogares de manera gratuita. Ahora bien, ¿y si hiciéramos visibles todos esos bienes que soportan las familias y que no son reconocidos?

El capitalismo se ha introducido en los cuidados del hogar de dos formas: por un lado, socializando la carga y trasladando a las mujeres este esfuerzo y, por otro, privatizando su gestión de una forma precaria. Al fin y al cabo, sabemos que el capitalismo obtiene rentabilidad de cualquier espacio. Por esta y muchas otras razones, se hace tan necesario seguir alimentando el debate feminista sobre los cuidados.

Comentarios (0)

Product added to wishlist