Interseccionalidad: la lucha contra la opresión

A estas alturas de la historia, todas tenemos claro que somos “animales sociales”. ¿Qué quiere decir esto? Que los contactos con otras personas son necesarios para evolucionar, crear un mundo más justo y ser cada vez más socialmente responsables.

Sin embargo, esta relación continua de unas con otras puede tener su parte negativa. De hecho, existen varias teorías que estudian los posibles abusos de poder que se dan en estas relaciones cuando suceden entre distintas etnias, sexos o categorías sociales.

Una de esas teorías es la de la interseccionalidad, que se ha convertido en uno de los conceptos clave de los movimientos feministas de la actualidad y que trata de que todas miremos el mundo desde una perspectiva mucho más abarcadora e integradora.

Qué es la interseccionalidad

Para comprender bien en qué consiste la interseccionalidad en el feminismo, hay que partir de la base de que es un concepto que ha sido muy malentendido y mal usado desde su aparición, hace ya algunos años.

Definiremos interseccionalidad en pocas palabras: el término y la postura filosófica y activista de esta teoría interseccional hace referencia al hecho de que la lucha feminista tiene que ser un bloque común que beneficie a la situación de todas las mujeres, y no solo a las que se encuentran en una situación social más favorable.

El movimiento de la interseccionalidad insiste en la necesidad de que la colaboración entre hermanas se dé tanto a nivel horizontal como vertical, y que las mujeres con más recursos, capacidad de independencia y poder para luchar contra el patriarcado no olviden que existen otras hermanas que, por sus características personales o el contexto en el que viven, no pueden desarrollar su lucha solas.

Básicamente se trata de ver el feminismo no solo como una lucha contra el patriarcado con el objetivo de desmantelar el dominio social del hombre, sino de que esta victoria sea igual para las mujeres de toda condición, sea cual sea nuestra raza o etnia, circunstancia social o poder económico.

La crítica que el movimiento interseccional hace al feminismo clásico es que este olvida que el objetivo de nuestra lucha es que todas las mujeres se eleven y empoderen, y no solo las que se encuentran más arriba en la “pirámide social”.

La interseccionalidad apuesta por comprender que la realidad de las mujeres no es una y transferible a cualquier circunstancia, sino que existen diferentes dinámicas de identidad (por ejemplo: mujer, gitana, en paro) directamente relacionadas con distintos sistemas de opresión machista (por ejemplo: patriarcado, racismo, abuso de poder).

Estos ejemplos de interseccionalidad no son únicos, sino que forman parte de un gran número de escenarios en los que la mujer no solo sufre por ser mujer, sino también por ser humilde, homosexual, negra, etc.

El feminismo interseccional es consciente de que las distintas realidades que vivimos cada una de nosotras nos enfrentan a escenarios de poder y abuso diferentes, por lo que de nada sirve centrar los esfuerzos en acabar con uno de estos abusos, sino que hay que actuar contra todos a la vez, cuidando así unas de otras para lograr un mundo liberado del yugo patriarcal.

Dónde tiene su origen

Hay que nombrar a una de las grandes representantes de la lucha feminista para conocer el origen del movimiento interseccional: Kimberlé Crenshaw.

Esta profesora de Derecho especializada en género y etnia propone esta teoría en 1989 con una definición en la que pone de relevancia que cualquier mujer no es solo mujer, sino que pertenece a distintas categorías sociales que pueden hacer que la discriminación machista hacia ella sea más o menos acusada.

El concepto de interseccionalidad aparece por primera vez en un artículo publicado por Crenshaw en la Universidad de Chicago y desde hace más de 20 años lleva siendo una de las banderas del movimiento feminista más comprometido a lo ancho y largo del planeta.

De hecho, el feminismo interseccional forma parte de las corrientes llamadas “de Tercera Ola”, y está en sintonía directa con todas las corrientes que forman parte de este gran grupo que actúa como un mar de influencias que buscan un objetivo común: que juntas logremos construir una sociedad mejor y más habitable para las mujeres.

Consecuencias dentro de la sociedad según la teoría de la interseccionalidad

La interseccionalidad cambia el concepto de feminismo no solo para la sociedad, sino también —y esto es muy importante— para aquellas que formamos parte de los movimientos feministas.

La teoría interseccional hace que la imagen clásica de mujer reprimida, que coincidía con una mujer blanca de clase media, cambie radicalmente y se convierta en un mosaico de cientos de miles de compañeras que sufren distintas formas de opresión machista dependiendo de sus características personales.

Esto hizo que la lucha feminista se planteara una realidad: no hay un solo camino, porque no hay un único perfil de mujer. Y acabar con el patriarcado y el abuso machista pasa porque todas las mujeres colaboremos de un modo solidario unas con otras para lograr la liberación de todas y cada una de nosotras, sea cual sea nuestra condición.

La interseccionalidad, por tanto, elimina la marginación que podría existir dentro del movimiento feminista. Toda mujer forma parte de una lucha que tiene como final la creación de un mundo más justo, sostenible y feminista.

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