Julio está aquí. Otro verano que es el más caluroso jamás registrado. Otro verano más en el que tenemos que llorar a las víctimas del trabajo y de la crisis climática. Como Montserrat, la trabajadora de 51 años que falleció por un golpe de calor en Barcelona hace apenas una semana, limpiando las calles bajo el sol abrasador. Otro verano mirando hacia el futuro con vértigo, con incertidumbre, con rabia.
Y otro verano más en el que tenemos que hacer el esfuerzo de sobreponernos. De reconectar con la esperanza para seguir luchando.
Este mes te presentamos el Solarpunk, un género utópico, ecofuturista donde el Sol no mata sino que alimenta. También dos proyectos de economía social de tecnología punta para que te inspires y te apuntes al cambio. ?
El Solarpunk es una visión para el siglo XXI y una llamada al optimismo. Porque si no tenemos una visión por la que luchar, simplemente un día dejaremos de hacerlo. Así, lxs autorxs solarpunk proponen un mundo en el que la tecnología y la naturaleza están en armonía. En el que la diferencia se acepta y la humanidad vive en sociedades libres y democráticas.
Novelas como Los Desposeídos de la autora anarcofeminista Ursula K. Le Guin, Ecotopía de Ernest Callenbach y El Ministerio del Futuro de Kim Stanley Robinson no pueden faltar en la estantería de cualquier activista con el optimismo necesario para querer salvar el mundo y el realismo necesario para poder hacerlo. Visita La Tienda Comprometida y ármate de lecturas para este verano.
¿Qué es el solarpunk?
El solarpunk es un género literario utópico, una visión para el siglo XXI, una sensibilidad. También una llamada al optimismo, si, porque no podemos estar todo el día aplastadxs por la ansiedad climática, bélica, económica… Si no tenemos una visión por la que luchar, simplemente un día dejaremos de hacerlo. Esto significa que las utopías son importantes. Que no es perder tiempo imaginar el mundo que queremos. Más bien, es el primer paso para hacerlo real.
Y sin embargo, estamos rodeados de historias pesimistas, previsiones catastróficas. De ciencia ficción distópica y tecnocapitalista. Y toda esta proyección tóxica parece ir materializándose a nuestro alrededor… Este es el problema al que se enfrentaban lxs escritorxs y artistas que dieron origen al Solarpunk. ¿Qué pasa si cambiamos de rumbo e imaginamos la utopía?
Así, donde la literatura cyberpunk impone futuros sin igualdad ni libertad, en los que la biosfera ha sido destruida para dejar paso a tecnologías de opresión cada vez más monstruosas y antihumanas, el solarpunk propone un mundo en el que la naturaleza y la sociedad humana viven en armonía. Y ojo, que esto es más futurista y no menos. Porque en vez de simplemente perpetuar el capitalismo, imagina tecnologías rompedoras de verdad, que nos unen en vez de desconectarnos, que nos apoyan en vez de dominarnos. En fin, un futuro que el capitalismo no puede darnos.
Cambiamos el cyber por el solar, la vigilancia por la energía limpia y la reciprocidad. Redes locales de energía solar comunal, arquitectura bioclimática, materiales regenerativos, huertos urbanos, fediversos open-source, democracia digital descentralizada… Y el punk en solarpunk no es solo una pose. Es la rebelión contra el capitalismo fósil, la cultura de la escasez artificial, las ciudades inteligentes que no nos dejan decidir nada. Es el rechazo al cinismo y al pesimismo que impulsa a los poderosos.
¿De dónde sale todo esto? Solarpunk y ecotopías.
El término Solarpunk apareció en 2008 y creció en blogs y foros hasta convertirse en una comunidad global. En 2014, el Notes Towards a Manifesto de Adam Flynn y la estética soñadora de Olivia Louise en Tumblr dieron forma a un lenguaje visual lleno de vegetación, paneles solares, bicicletas, edificios vivos y redes comunitarias.
Pero el género hunde sus raíces en obras que, décadas atrás, ya cuestionaban el progreso destructivo del capitalismo. Ursula K. Le Guin, autora anarcofeminista, ya sentó las bases con Los desposeídos (1974), al explorar Anarres, un planeta donde la tecnología sirve al bien común y no al lucro. Poco después, Ernest Callenbach publicó Ecotopía (1975), una utopía ecológica donde el noroeste de EE.UU. se independiza para crear una sociedad basada en energías renovables, reciclaje y democracia participativa, anticipando debates actuales sobre decrecimiento y bioeconomía.
Pero la gran novela ecotópica del presente es El Ministerio del Futuro de Kim Stanley Robinson. Un híbrido de ficción y ensayo que narra la creación de un organismo internacional —el Ministerio del Futuro— tras una ola de calor que mata a millones de personas en India. La trama sigue a Mary Murphy, una diplomática irlandesa que negocia con bancos centrales para implementar medidas radicales, y a Frank May, un activista traumatizado que se une a un grupo ecoterrorista. El libro contiene algunas ideas muy solarpunk como:
- Carboncoin: Una criptomoneda respaldada por CO₂ no emitido, que redefine el sistema financiero global.
- Prohibición de vuelos comerciales: Una medida impopular pero necesaria para reducir emisiones, que refleja el conflicto entre bienestar inmediato y supervivencia a largo plazo.
- Geoingeniería: Bombear agua bajo glaciares para frenar su deshielo o inyectar partículas reflectantes en la atmósfera, siempre con resultados ambiguos.
- Agricultura regenerativa: Reforestación masiva y rewilding para secuestrar carbono.
Desde el optimismo solarpunk a la crisis climática de Stanley Robinson, estos títulos no pueden faltar en la estantería de cualquier activista que tenga el optimismo necesario para querer salvar el mundo y el realismo necesario para poder hacerlo. Visita La Tienda Comprometida y armate de lecturas para este verano. Para leer tranquilitx en el parque, en la playa o junto al ventilador.
https://latiendacomprometida.com/
Solarpunk en el presente.
¿Cómo nos repensamos en clave solarpunk? ¿Qué gestos cotidianos podemos reinventar? ¿Cómo cultivar algo –una idea, una planta, una práctica– que repare, que inspire, que sostenga? Tal vez sea el momento de recuperar el cuidado, la compostera, la amistad vecinal, las historias que sí imaginan futuros habitables…
Frente a un panorama dominado por infraestructuras opacas, hipercentralizadas y al servicio de intereses financieros globales, os queremos acercar dos proyectos cooperativos que abren caminos hacia el futuro. GoiEner y Ekhilur, dos semillitas solarpunk: relocalización, sostenibilidad, tecnopolítica democrática y justicia interdependiente.
GoiEner: soberanía energética para recuperar el futuro
GoiEner es una cooperativa sin ánimo de lucro que persigue un objetivo tan simple como radical: devolver a la ciudadanía el control de un recurso esencial como la electricidad. GoiEner propone una reapropiación colectiva de su gestión, producción y consumo. A diferencia del modelo dominante, que externaliza beneficios y decisiones hacia grandes corporaciones, GoiEner reinvierte todo excedente económico en la propia comunidad. El objetivo es cerrar el círculo: que la energía generada colectivamente sea la misma que se consume.
Visita su web y cambia tu manera de consumir luz
Ekhilur: reprogramar el dinero para reconectar la comunidad
Ekhilur es una cooperativa de consumo con su propia moneda social digital, el Ekhi. Ekhi nos permite entender el dinero como vehículo de relaciones locales, éticas y democráticas. Su diseño incorpora mecanismos como la oxidación del dinero (pierde valor si no circula), lo que rompe con la lógica de acumulación y promueve un circuito cerrado donde la riqueza se reinvierte localmente. Las personas usuarias operan con un monedero digital a través de la app Clickoin, realizando pagos, transferencias o donaciones dentro de una red cooperativa y transparente.
Ekhilur se estructura como una red de redes, permitiendo que distintos municipios autogestionen sus propias monedas locales bajo una gobernanza común. Se trata de una infraestructura digital, pero también cultural y política, que entiende el dinero no como fin, sino como medio para la vida en común.
Si vives en Euskal Herria, únete a la revolución del dinero.
Y si no, organízate y habla con ellos para expandir el proyecto.
Solarpunk es esto. No solo renders brillantes de jardines verticales, sino cooperativas que reconectan la energía con el territorio y monedas que disuelven el capital en afectos, circuitos y compromiso mutuo. GoiEner y Ekhilur no son ficciones, sino futuros habitables que ya están ocurriendo. Y ese es el verdadero corazón del solarpunk: imaginar y construir, al mismo tiempo.
Sigamos imaginando y luchando la utopía.
Buen verano :)
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