El derecho a la pereza de Pal Lafargue
El derecho a la pereza
El derecho a la pereza de Pal Lafargue

El derecho a la pereza

Editorial Corazones blindados
7,00 €

Refutación del derecho al trabajo. De Paul Lafargue.

Seguido de:

  • Elogio de la ociosidad de Bertrand Russel
  • Apología de los ociosos de Robert L. Stevenson

Esta polémica obra, «una verdadera máquina de guerra contra la sociedad burguesa y capitalista de finales del siglo XIX», denuncia las «espantosas consecuencias» del trabajo asalariado y del trabajo en general, pero sobre todo del «amor» al trabajo que se ha apoderado de la mente de los propios trabajadores.

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“Primera entrega de esta colección de textos críticos contra el regimen de explotación laboral, repartidos en tres volúmenes, que reúne algunos ya clásicos junto con otros menos conocidos, y pretende ser un compendio que nos ayude a reflexionar sobre lo mucho que nos cuesta trabajar, lo mucho que nos embrutece el trabajo, teniendo en cuenta que «cada aumento de nuestra actividad en el presente sistema social no tiene otro resultado que un aumento de la explotación en nuestro daño», en palabras de Severino di Giovanni.”

«Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de los países en que reina la civilización capitalista. Esa locura es responsable de las miserias individuales y sociales que, desde hace dos siglos, torturan a la triste humanidad. Esa locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda del trabajo, que llega hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su prole.»

Su autor, Paul Lafargue, yerno de Karl Marx, considera que este «dogma» del trabajo significa una pérdida de las perspectivas revolucionarias d ela clase obrera y a la vez el obstáculo principal en la lucha por una sociedad distinta.

Aun a riesgo de ser considerado como utópico, Lafargue defendió que no era el trabajo, sino el placer, el objetivo máximo que debía perseguir la clase obrera. No había, en su opinión, trabajo enajenado y trabajo liberado como pensó Marx; la auténtica posición enfrentaba al trabajo embrutecedor con el ocio placentero .A lo sumo, el trabajo se podría admitir como el "condimento de los placeres de la pereza", mil y mil veces más nobles que los tísicos" Derechos del Hombre" defendidos por los revolucionarios burgueses. El derecho a la pereza postulado por Lafargue se concreta en no trabajar más de tres horas diarias, holgando y gozando del resto del día y de la noche. "El fin de la revolución no es un triunfo de la justicia, de la moral, de la libertad y demás embustes con que se engaña ala humanidad desde hace siglos, sino trabajar lo menos posible y disfrutar, intelectual y físicamente, lo más posible. Al día siguiente de la revolución habrá que pensar en divertirse".

Todavía hoy existe un encumbramiento moral del trabajo, en un mundo en que tanto el privilegio de ser explotado como la imposibilidad de serlo son formas compatibles, convergentes y paralelas de destrucción social y psicológica de las personas. Ya en su tiempo, Lafargue detectó lúcidamente lo que no es más que pensamiento mágico; esa religión del trabajo, que incluso las corrientes mayoritarias del movimiento obrero tomaron como propia.

Tipo de producto
Libro
Editorial
Corazones blindados / Acefalia

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